Hace semanas habíamos quedado Rebecca y yo en ir a Sevilla durante la Feria de Abril. Como ella no podía bajar y yo tenía ganas de visitar a mi familia, decidí bajar yo sola. Además, ya había avisado a mi familia y había quedado con Miharu.
Así que el sábado me metí en el autobús que me llevaría hacia mi destino. El problema vino cuando mi padre me llamó por teléfono y me dijo que no me vendrían a buscar a la estación de Sevilla (Plaza de Armas) porque se iban a la Feria de Abril. Y no solamente eso, sino que añadió que mis tías se irían a Torremolinos desde el domingo hasta el martes (día en el que yo me iba). La verdad es que aquello no me sentó nada bien y estuve a punto de volver a Salamanca una vez hubiese llegado allí. Pero finalmente me relajé y pensé que el motivo de mi visita era el visitar a mi abuela (pero eso no me impidió querer adelantar mi retorno a Salamanca). Además, una mujer mayor que se sentaba a mi lado me sugirió ir con ella en el taxi porque nos dirigíamos hacia el mismo lugar. Aunque insistió en pagar ella todo el viaje en taxi, me negué en redondo y le pagué la mitad. Me dirigí a casa de mi abuela y me dejé mimar por las atenciones que ella me daba. Nos pasamos toda la tarde-noche hablando sobre nuestras cosas (con la interrupción de algunos minutos por unos de mis tíos).
Por la mañana me levanté temprano para arreglarme e ir hacia la parada del autobús. Una vez llegué a mi destino, encontré enseguida a Miharu y nos fuimos a comer una japonés. Comimos mucha comida (¡menudo menú!) con calma y estuvimos hablando sobre diferentes temas. Acto seguido, nos fuimos a hacer de guiris por Plaza España y el Parque María Luisa. Después de la caminata, nos dirigimos hacia la Feria de Abril, donde dimos una vuelta (kilométrica... ¡aquello es enorme!). Y como no podíamos con nuestra alma, cogimos un autobús que me dejo muy cerca de la parada del autobús que me llevaría a casa de mi abuela. El problema fue que me salieron unas heridas en los pies de tanta caminata, pero valió la pena pasear y visitar un poco Sevilla.
Al volver a casa de mi abuela (arrastrando agotada los pies completamente perdida) nos pusimos a hablar de nuestras cosas nuevamente (con la interrupción de otros tíos míos). Nos fuimos a dormir temprano porque yo a la mañana siguiente tenía que madrugar para coger el autobús a las 9.45 de la mañana.
En general lo he pasado muy bien en este viaje. He podido visitar a mi abuela y quedar con Miharu, que era algo que tenía muchas ganas de hacer. Además, el viaje me ha servido para empezar a leer los libros de Marc Levy. Espero poder regresar el año que viene, visitar a mi abuela, quedar con mis amigas y vestirme de flamenca.
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