Los días van pasando, acercándose lentamente el día que tengo que marcharme a Salamanca. En mi interior tengo un remolino de sentimientos porque no quiero irme, pero a la vez quiero irme. Soy sincera: no quiero alejarme de Gabi. Estoy tan acostumbrada a verlo cada día que la idea de estar cuatro semanas y media sin verlo hace que me caigan las lágrimas. Y ya se lo que todo el mundo piensa: Bah, mujer. Será solo un mes. ¡Al próximo que lo diga, le cae mi furia multiplicada por mil! Sé que tenéis razón, pero para una persona tan dependiente de los demás es muy duro. Por suerte no estaré allí sola, con lo cual no será tan difícil, y tendré que estudiar tanto que apenas podré respirar.
Pero como siempre ocurre antes de irme, tengo que organizar mil y unas cosas. No entiendo porqué no puedo tener unos últimos días relajada y en paz, parece que el universo se pone en mi contra y quiere tocarme las narices. ¡Estoy harta de todo! Ya han habido varias personas que les ha caído mi furia por hablarme en un mal momento y me sabe mal reaccionar así. Por suerte eran personas con las que no tengo mucha relación...
En fin... ¿qué me deparará en Salamanca? ¿Estaré bien por aquellos lares? Adoro la vida que tengo aquí con mi familia y amigos (y Gabi), y no quiero separarme de ellos. ¿Es lo que siempre le ocurre a las personas antes de irse? Quizás... porque me ocurrió lo mismo al volverme de Salamanca (cosa que pensé que nunca iba a ocurrir).
Debo cerrar los ojos, respirar con tranquilidad (para que mi dermatitis atópica no empeore) y disfrutar de mis últimos días.
2 comentarios:
Mucho ánimo para el nuevo año y no te preocupes, estamos todos más o menos igual por lo menos aquellos que empezamos cosas nuevas :)
Te sigo desde ya que me parece muy ameno tu blog.
Verona.Firenze
¡Muchísimas gracias por tus ánimos! ^_^ Ya verás como esta nueva etapa nos irá muy bien. Yo también seguiré tu blog. :D
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