domingo, 12 de julio de 2015

Subida al Monte Fuji

Hace años mi Jude y yo nos propusimos subir al Monte Fuji en nuestro viaje por Japón pero por motivos de salud (míos) fue imposible. Por eso, al estar un año en Japón, quería subir sí o sí antes de los 30 años. Así que cuando Debi lo propuso hace unas semanas no dude en apuntarme. Al final decidimos apuntarnos a la gran locura 4 personas (incluidos nosotros 2).

Pero teníamos que ir muy bien preparados para la aventura, ya que no es un paseo de 5 minutos. Después de varias charlas por Hangout para organizarnos y comprar una linterna para cada uno y oxígeno, esperamos el día señalado con ilusión (... en realidad yo esperaba que se cancelara en el último momento debido al mal tiempo que estábamos teniendo últimamente...)

Por la mañana preparé concienzudamente la maleta, con temor a llevar muchas o pocas capas de ropa. Después de pensarlo mucho opté por no comprar ropa de escalada porque no soy aficionada a esta actividad.


Quedamos todos para comer y organizarnos un poco, comprando onigiris y bebidas antes de subir al autobús que nos llevaría a la 5º estación del Monte Fuji.


El trayecto hacia nuestro destino fue muy tranquilo. Sobretodo, la subida hacia la 5º estación del Monte Fuji ofrecía unas vistas preciosas.


Una vez en la 5º estación tienes varios lugares donde puedes comer y un lavabo gratuito (tened en cuenta que mientras vas subiendo, hay que pagar 200 yenes). Aunque parezca mentira y engañe la vista, la cima esta MUY LEJOS. Insisto, MUY LEJOS.

 

Después de descansar y hacer estiramientos para la subida (y el payaso, ¿por qué no?) decidimos subir a las 9.30 de la noche. Antes de subir, tienes que pagar 1000 yenes para ayudar a preservar la zona. A cambio, recibes unos panfletos con información de la zona y una chapa.


De la estación 5 a la estación 6 el camino es relativamente fácil y bastante llano. El problema es que Neri se empezó a encontrar mal y parecía que se iba a rendir en cualquier momento.

De la estación 6 a la estación 7 nos separamos (¡mal!), quedándose Josep con Neri y yo con Debi. Al final Debi se adelantó porque yo iba bastante lenta.

En ese momento opté por ir escuchando música a partir de ahí para animarme a mi misma. Quiero destacar que la vista nocturna era preciosa. Las luces de la ciudad se veían a lo lejos, pero lo mejor era la vista del cielo, donde aquello parecía un mar de estrellas. Lástima que mi móvil no pudiese hacer fotos porque al levantar la vista al cielo no podía describir con palabras las emociones que sentía en ese momento.

 

De la estación 7 a la estación 8 (a todas, porque hay muchísimas) fuimos Neri y yo poco a poco, mientras que Debi y Josep se adelantaron. Neri cada vez se encontraba mejor, pero era mejor asegurarse de estar bien e ir respirando oxígeno y bebiendo Aquarius cada vez que nos parábamos.


Finalmente, en la nueva estación 8 (insisto, es que hay 4 estaciones 8 y es un lío), Neri y yo decidimos parar. En el último tramo yo empecé a encontrarme fatal y notaba que no podía respirar bien. Era como si, a pesar de respirar, no me llegaba el oxígeno. Así que tomamos la decisión de ver la salida del sol desde ese punto, teniendo en cuenta que no llegaríamos a tiempo de verlo desde la cima y nos quedaba la bajada.




Tuvimos que esperar poco más de 1 hora, donde el frío y el aire eran insoportables. A pesar de todo, la espera valió la pena y pudimos ver la maravillosa salida del sol.


Foto del momento más bonito de la subida al Monte Fuji. Nos sentimos muy orgullosas de haber llegado hasta ese punto porque no estábamos entrenadas y estamos convencidas de no repetir la aventura.

La bajada resultó un auténtico infierno para mí, ya que sentía mucho miedo de tropezarme o resbalarme. Antes de llegar a la 5º estación, Neri y yo pensamos que sería buena idea esperar a los niños para ir todos juntos (además, así aprovechábamos para descansar también).


Una vez todos juntos en la 5º estación, queríamos adelantar los billetes de autobús, ya que sino teníamos que esperar unas 5 horas. Fue una lástima no poder, así que aprovechamos para comer, dormir (yo quería estar despierta, pero era la primera en caer muerta de sueño... como se puede ver en las continuas fotos que me hicieron...) y comprar recuerdos.

En total fueron unas 12 horas de aventura (incluyendo el rato de descanso). Así que si alguien quiere subir, le recomiendo prepararse y mentalizarse muy bien, ya que el trayecto no es nada fácil.


Y, como último, la foto protagonista de este viaje: las bragas tiradas en el suelo a medio camino... No quiero saber el motivo por el cual estaban allí.

Por cierto, os pongo un link de una guía que ha hecho mi amigo Debi para subir al Monte Fuji.

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