El título impresiona, ¿verdad? Pero es cierto. Esta tarde he tenido un accidente en moto provocado por mi misma. Porque sí, porque yo lo valgo.
Empezaré a relataros mi accidente: Cuando salía de trabajar estaba pensando que tenía que ir deprisa para quedar con mis amigas. He colocado bien las cosas, me he puesto el casco y he arrancado. Entonces, le he dado gas para salir a toda velocidad... ¡HACIA EL SUELO! ¿Y por qué? Pues porque no me he asegurado antes de quitarle el candado a la moto, provocando que perdiese el control y me estampase contra el suelo. La moto ha caído sobre mi pie izquierdo (... que recuerdos. A mi moto vieja le pasó lo mismo).
Así que me he levantado muy dignamente, me he sentado y le he dicho a mi novio "Me acabo de caer de la moto", provocándole un casi infarto (similar al del robo del móvil de hace unos meses). Una vez he llegado a casa de mi amiga, le he mostrado una foto de mi rodilla:
A simple vista no parece nada grave, y seguramente no sea nada grave, pero me duele una barbaridad y siento que apenas puedo doblarla. Además, se me ha hinchado y empieza a notarse un color liloso por la zona de la rodilla.
A pesar de todo, me alegra saber que mi moto está bien y he podido conducir hasta la casa de mi amiga. El problema es que ahora mi moto es una rebelde y no puedo usar los intermitentes porque se me han roto el botón:
En fin, viviremos al límite hasta que la lleve al mecánico (dudo que puedan colocar alguna pieza ahí) y no me duela la rodilla.
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