Ayer por la noche me fui a cenar con mis compañeros del máster de Salamanca y un profesor. Después de cenar, nos fuimos a tomar algo y surgió el tema de mis predicciones meteorológicas (o, mejor dicho, de las predicciones que realiza mi teléfono móvil). El programa en cuestión es el de AccuWeather.com y tiene unas ilustraciones preciosas. Además, tengo añadidas varias ciudades (Girona, Salamanca, Barcelona, Madrid, Sapporo y Antofagasta), donde siempre estoy mirando el tiempo que hará. El caso es que estuvieron comentando que yo había dicho que el domingo iba a nevar, o eso decía mi teléfono móvil.
Una vez terminamos de tomar algo, cada uno se fue a su casa. Yo me fui acompañada de mi andaluza preferida (Rebecca) y, como siempre, nos pusimos a hablar en nuestro lugar preferido (somos tan tontas que en vez de irnos a casa, preferimos pasarnos una hora charlando en la calle). El caso es que mientras charlábamos, ella preguntó "¿Está nevando?", cosa que yo negué porque parecía que al suelo solo llegaban gotas de lluvia. Hasta que...
¡¡NEVÓ!!
Así que, después de la mítica frase de "No hay huevos..." nos dirigimos al centro para ver la catedral nevada. El problema era que las dos íbamos muy contentas y eran las 4 de la madrugada.
El camino hasta el centro es de unos 15-20 minutos, pero nosotras tardamos mucho más porque nos íbamos parando para hacernos fotos.
Uno de nuestros destinos fue una plaza que se encuentra a mitad de camino. Allí, nos sentamos en los columpios y nos hicimos algunas fotos, con tan mala suerte de que el sillín estaba congelado. ¡Que frío pasé! Pero, la verdad es que valió la pena.
Continuamos caminando, encontrándonos toda clase de personas que volvían de una noche de fiesta. Fue curioso comprobar que nosotras éramos las únicas que no íbamos borrachas y estábamos por allí únicamente para disfrutar del paisaje nocturno y de la nevada...
Nuestro siguiente destino fue la catedral, con tan mala suerte de que apenas estaba nevando, pero si que hacía una lluvia y un viento muy molesto. De todas maneras, estuvimos allí haciendo fotos, quejándonos del frío y pensando en marcharnos.
Una vez terminamos con nuestra sesión de fotografías, decidimos regresar a casa. El problema es que la alegría que traíamos al principio ahora se había transformado en un horrible frío que te calaba los huesos.
A pesar de lo mal que me encuentro hoy (me duele la garganta y creo que tengo un poco de fiebre), no me arrepiento de la experiencia vivida. Es la tercera vez que nieva en Salamanca y las dos veces anteriores no pude disfrutarlas porque estaba haciendo trabajos. ¡Así que estoy feliz -y un poco resfriada- de haber podido vivir este momento!
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